Que hablen de uno, aunque sea bien, es una máxima de la comunicación, no hay más que ver los mentideros de la política madrileña para tener un claro ejemplo en estos tiempos pandémicos. Hoy hablan de videojuegos, y lo mejor de todo es que hablan bien, y hace no mucho tiempo lo hacían para destacar las maldades de los videojuegos a todos los niveles. Gracias a la presentación de la nueva edición del Libro Blanco del desarrollo de Videojuegos de DEV estamos en pleno candelero.
¡Gracias DEV, aquí tenemos el fruto de vuestro trabajo un
año más!
A todo se acostumbra uno, y también a que hablen bien, pero no es lo que necesita el sector del desarrollo patrio. Necesitamos menos tinta, menos fotos y más acciones reales bien dirigidas a cubrir las numerosas carencias que seguimos teniendo como industria.
Tampoco es cuestión de ir enseñando nuestras vergüenzas en
público y menos cuando de lo que se trata es de encandilar para que te hagan un
poco de caso. Esto está muy bien cuando empiezas, ir aseadito para que te dejen
entrar. Nosotros llevamos muchos años ya aseándonos para que nos escuchen en
los despachos donde se proyectan las líneas que de verdad hacen cuajar
iniciativas y la realidad es que, hartos de café con pastas, lo que tenemos que
exigir es realidades.
Que hemos captado la atención está claro, y aunque sea a través
de videoconferencia, lo cierto es que tres ministerios se han tomado la
molestia de proponernos como sector a apoyar en el cambio de paradigma
productivo que tanto necesita este país. Esta vez debería ser de verdad y no
solo buenas intenciones. Pero no nos engañemos nadie nos va a venir a hacer el
trabajo y con mirar a otro lado no va a venir la solución de alguna chistera
mágica.
Conseguir este punto de caramelo es todo un logro de unos
pocos y tozudos “malditos galos” que se resisten a desistir, no podemos seguir dejándolos
solos para que se organicen y nos organicen. Es preciso componer mesas de
verdad, no para chatear o mojar pastas. Mesas que planteen las necesidades más
imperiosas, prioridades, estructura operativa para que el desarrollo sea orgánico
y demandas concretas para que la administración pueda entenderlas y asumirlas
de verdad. Creedme, estas mesas deben ser montadas por nosotros previamente, si
dejamos que las monten los políticos e instituciones seguiremos tomando café y
mojando pastas.
“No hay arroz para tanta pollo”, por muchos millones que
salgan en las noticias, la realidad será mucho más escasa, por eso es tan
importante que tengamos claro qué, cómo y dónde. Esa discusión la tienen que
tener los verdaderos protagonistas del sector del desarrollo. No vale echar un
rato, hay que implicarse de verdad, proponer más y criticar menos. Buitres
vendrán a ver que se pueden llevar del pastel, sólo si tenemos muy bien
definido el plan podremos evitar que lo evaporen volando.
Aquí no se trata de arreglarle la vida a nadie, se trata de
crear base sólida sobre la que cada uno se pueda gestionar sus lentejas, pero
en un entorno mejor estructurado y con mecanismos que le faciliten la labor.
Después, los que sepan hacerlo bien saldrán adelante y los aventureros u oportunistas
tendrán que buscar en otro lugar.
Necesitamos árbitro, incluso VAR si es preciso, necesitamos
reglas, necesitamos componer un puzle complejo y todo el mundo suele estar muy
ocupado con sus propios problemas. ¿Entonces quién nos dice lo que hay que
hacer? ¿Quién le pone el cascabel al gato? … a sabiendas de que será
crucificado por sus propios colegas entre furibundos ataques descerebrados. Lo
hemos visto sucesivamente en el ímprobo trabajo que realiza DEV, año tras año
de forma machacona. Siempre terminan algunos “artistas del arao” por cuestionar
documentos, cifras, procesos e incluso personas, pero qué han hecho estos
iluminatis para que haya algún cambio en el entorno, NADA.
Mirarse el ombligo no es la solución, es necesario ser un
poco más preclaro, tener visión de conjunto y pies en el suelo. Demasiado
dopados por nuestra creatividad videojugadoresca vivimos muchas veces en los
mundos de “Yupi” y nos cuesta centrar el tiro a la hora de establecer
posibilidades reales, presentarlas y exigirlas sin pudor.
Si vemos el momento actual en el que estamos, podemos ser
optimistas y creernos que de verdad algo va a pasar, pero no de forma gratuita.
Urge establecer mecanismos de compromiso colectivo que pongan blanco sobre
negro las acciones y las prioridades que necesitamos activar. Luego hay que
combatirlas en todo tipo de despachos y eso exige generosidad y tiempo de ese
que nadie tenemos.
Determinación en los mensajes, machacones si hace falta,
pero unísonos para que termine por taladrar los oídos donde duele. Una sola
voz, un claro mensaje y un convencimiento colectivo de que esta es la buena. Si
no lo hacemos nosotros, otros nos lo harán y el resultado probablemente diste
mucho de lo que soñábamos. Nos volveremos a conformar con las fotos y el papel
couché hablando bien pero sin hechos tangibles o tan irrisorios que da hasta
pudor recordarlos.
Para terminar esta perorata, o pataleta que dirían otros, me
atrevo a esbozar algunas acciones que no deberían tardar en ocurrir en los
próximos seis meses (por aquello de que en pandemia todo va más despacio):
Activar la junta directiva de DEV al máximo nivel para
establecer un borrador de plan de acción y comunicación determinando qué hitos
se van a discutir en próxima asamblea general, creando al menos tres mesas de
trabajo con responsables de su evolución: interlocución con las
administraciones, interlocución con estudios de gran tamaño y medio tamaño
(problemáticas distintas) así como canal de evaluación de propuestas para los
estudios más pequeños que puedan obtener respuesta dentro del plan de acción
sectorial. La última mesa estaría supeditada al resultado de las otras dos y
sería la de comunicación, donde se visibilizará machaconamente el mensaje de
demanda y el eco de respuesta institucional, sin pelos en la lengua ni el pudor
que tanto nos viene atenazando. Esta mesa debe hablar también de las
necesidades que tenemos para reforzar nuestras debilidades, no somos ni tan
guapos, ni tan listos, ni tan ricos como nos pintan por ahí.
¿Y qué hay de mi libro? … se me olvidaba, sacar de la
ecuación al sector de la formación de profesionales sería como montar una mesa
con dos patas. Si el crecimiento que podemos generar no está acompañado por los
recursos que tienen que soportarlo, todo se irá al garete por el nivel de estrés
al que someteremos a nuestros estudios. Por ello es necesario incluir una
cuarta línea de acción en la que los centros de formación y representantes del
sector establezcan cómo debería ser el flujo y la calidad de los profesionales
que van a incorporarse a esta nueva revolución digital que estamos gestando en
nuestro panorama patrio.
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